Nací en Tosos (Zaragoza) el
día 25 de abril de 1931 en el seno de una familia campesina. Fui el octavo de
nueve hermanos y mis primeros recuerdos ya están ligados a la cruel represión
fascista. A mi madre María Frances Valero, pocos días después del alzamiento
militar contra la legalidad de la Republica, los falangistas le cortaron el
pelo al cero y a continuación la guardia civil la detuvo y la trasladó a la
cárcel de Cariñena por ser madre y esposa de rojos huidos a la zona
republicana. Padeció diez meses de prisión y secuestro hasta su puesta en
libertad sin juicio ni sentencia alguna.
Nuestra casa quedó
clausurada y la llave en poder de los falangistas. La supervivencia de los
cinco hermanos, todos menores que quedamos en la calle, estuvo a cargo de la
solidaridad familiar. Puesta en libertad mi madre la familia se reagrupo en la
población de Cariñena hasta el final de la guerra civil y pocos días después
por vía urgente y gubernativa fuimos desterrados a vivir a cien kilómetros de
nuestro pueblo.
El día 1 de abril de 1940,
al cumplirse un año del final de la guerra, detuvieron a mi padre Miguel Cerdan
y a mi hermano Felix Cerdan que cumplieron dos y tres años de cárcel
respectivamente. Mi padre, igual que mi madre, lo pusieron en libertad sin juicio
ni sentencia alguna. Mi hermano fue juzgado y
sentenciado por haber defendido a la Republica con las armas en la mano.
Mis recuerdos de la tétrica
cárcel Torrero de Zaragoza, a la que semanalmente nos llevaba mi madre a la
“comunicación”, siempre fue referencia para odiar el fascismo. Lo que
presencié, cuando en dos ocasiones dejaron entrar a los hijos de los presos, es
imborrable.
Pasaron los años en los que
el terror acumulado fruto de la represión, se palpaba cotidianamente en la vida
familiar y en todos los ámbitos y los jóvenes nos dedicábamos a vivir la
desgraciada vida que el fascismo imponía.
Fui obrero del campo a
partir de los 14 años, seleccionado siempre en la esquina de la plaza del
pueblo, en donde ni te fijaban el salario ni la jornada laboral ni mediaba
contrato alguno. Estos requisitos siempre lo decidían los patronos que para eso
habían ganado la guerra. Una guerra que en el fondo subsistía la lucha de clase
y en donde Franco abolió todos los derechos
y libertades que la Republica implantó. En 1951, con 19 años, empecé a trabajar
en una mina de carbón como picador en Almatret (Lérida) en donde cumplí el
servicio militar con los beneficios mineros. Allí empecé a tomar conciencia de
clase participando en la lucha por un salario digno y por mejorar las
condiciones de trabajo.
En 1955 me trasladé a Molins
de Rei en donde trabajé cargando camiones de grava en el río y arranque arcilla
en los terrales de El Papiol. En 1956 empecé a trabajar en la siderurgia hasta
el final de mi vida laboral.
En el año 1957 me casé con
mi compañera actual Dolores Soler Serrano, con la que hemos tenido dos hijas
que después nos han dado cuatro nietos. Fuimos residentes en El Papiol hasta
1969 que nos trasladamos a Bellvitge, nuestro domicilio actual.
En 1963 empecé a trabajar en
Laforsa en los trenes de laminación, Laminados y forjados de hierro y acero
S.A. “LAFORSA”. Se estableció en el barrio de Almeda de Cornellà de Llobregat a
finales de la década de los cincuenta, en pleno desarrollismo franquista, para
la producción de acero en redondos para la construcción con una acería en horno
de arco para la fundición de chatarra y una laminación en caliente y como
tantas empresas, con la idea de ganar dinero fácil y rápido, con tecnología
obsoleta, con equipos técnicos y directivos más preparado para aplicar las
leyes represivas que para sacar buenos productos al mercado. Por eso el
continuo relevo de directores y gerentes fue una fuente permanente de
problemas.
El año 1966 tras la campaña
que CC.OO. ante las elecciones sindicales, convocadas por la CNS, me presente y
salí elegido jurado de empresa, lo que me permitió el contacto con los Luque,
García Sánchez, Claudio Pérez, Andrés Márquez, Alfonso Pino, Antonio Espigares,
entre otros, en lo que ya era el volcán de la Unión de Técnicos y Trabajadores
del metal de Cornellà, y posteriormente, con los metalúrgicos de la
comarca como; José Cano (Matacas),
Antonio González (Tuperin), Antonio Plata (Roca), Fco. Guerrero (Metrón), José
Coscubiela y Francisco Ruiz (Cerdans) y más adelante con: José Padilla
(C.Papiol), Juan Muñiz (Construcción), José Fuentes y Jesús Garrido (Pirelli),
Fernando Cerda (Papelera), entre otros muchos. José Mª Luque era de UGT, el
resto del PSUC.
En este contexto se fue
configurando la Comisión obrera de fábrica en la que destacaron Manuel González
(despedido de Roca), Simón Rodenas, Antonio Calero, Francisco Gamero y José
Vega y otros como Luis Escartin “El Maño” y Ramón Rulo, que sin pertenecer a
organización alguna, más adelante jugarían un destacado papel en la huelga
general de enero de 1976, en solidaridad con la lucha que veníamos
desarrollando los trabajadores de Laforsa.
En 1969 ingresé en el PSUC
(Partit Socialista Unificat de Catalunya) en donde en 1974 forme parte del
Comité Central hasta 1981. En las elecciones sindicales de 1972 ostente la Vicepresidencia de la UTT
del metal de Cornellà junto a Juan Ramos que fue elegido Presidente. El trabajo
de infiltración en el sindicato fascista que venían desarrollando, otros
dirigentes desde hacía años, determinó que en estas elecciones los jerarcas
verticales quedaran aislados por la fuerte presencia de las CCOO y de
centenares de representantes sindicales con un marcado carácter anti
verticalista. En definitiva esa fue la fuerza real del movimiento obrero de la
comarca que protagonizaría tres huelgas generales entre 1974 y 1976, en
contraposición a otros grupos que preconizaban la abstención en las elecciones
sindicales y nos acusaban de traicionar a la clase obrera. Uno de los
principales impulsores de este gran salto en la lucha obrera fue Juan Ramos por
su oratoria clara y directa ante la problemática laboral que atravesaba la
comarca.
La conflictividad laboral en
Laforsa se acentuó en 1970 por el convenio colectivo. En 1972 se desarrolló una
huelga que duro 22 días. En 1973 después de seis meses de negociación con la
realización de diez paros conseguimos importantes mejoras en el convenio colectivo. En julio de 1974
los trabajadores de Laforsa participamos activamente en la primera huelga
general por el convenio comarcal del metal y en solidaridad con la lucha que
venían desarrollando los trabajadores de Elsa y Solvay. Ese mismo año CC.OO. de
la comarca convocó un paro para el día 4 de diciembre, contra la carestía de la
vida y el entonces Gobernador Civil de Barcelona, el fascista Martín Villa,
mando detener a 100 militantes del PSUC, la noche del dos al tres detuvieron a
24 compañeros El 5 de diciembre de 1974 tuvo lugar la segunda huelga general,
convocada desde el sindicato vertical, contra la carestía de la vida en la que
30.000 trabajadores de la comarca salimos a la calle en solidaridad con los 24
detenidos la noche anterior por parte de la B.P.S. En esa lista de detenciones
figuraba yo y no pudieron detenerme por estar en la fábrica trabajando. No
obstante registraron mi casa y requisaron algunas pertenencias personales.
Toda la experiencia de lucha
acumulada desde 1965 (constitución de las CC.OO. del Baix Llobregat), en la que
se distinguieron otros muchos compañeros, en la reconstrucción de un nuevo
movimiento obrero compuesto por una nueva generación heredera de los que
lucharon en defensa de la Republica, nos
sirvió a los trabajadores de Laforsa para protagonizar una huelga de 106 días
que culminó en la tercera huelga general de la comarca (del 19 al 29 de enero
1976) en donde hubo días que 80.000
trabajadores salieron a la calle en solidaridad con los 157 trabajadores
despedidos de Laforsa. ¡O todos o ninguno! fue la respuesta que al final hizo
retroceder a la empresa, al sindicato vertical y a las Autoridades
Gubernativas, que el día 22 de febrero terminó con el triunfo de la clase
obrera de la comarca y la readmisión de todos los despedidos.
Todos los sectores sociales
de la comarca se sumaron a la huelga, comercio, escuelas e Institutos y parroquias
de Cornellà y Hospitalet, entre otros muchos. La Cooperativa de consumo nos
facilitó un amplio crédito con los “vales de comida”. La solidaridad económica
supero la cifra de cinco millones de pesetas. Pero si esta enorme solidaridad
nos dio fuerza para resistir, las que nos proporcionaron nuestras mujeres fue
clave en los momentos más difíciles, por su arrojo, valentía al enfrentarse a
la fuerza pública y el sostén moral que en todo momento de la larga huelga
encontramos. Como no recordar en este testimonio para rendirle homenaje a
Albert Fina y Montserrat Aviles y a todos los abogados laboralistas a los que
tanto debemos y recordaremos por siempre.
Sin haber recorrido el
camino narrado, sin haber conocido y convivido con tan extraordinarios luchadores,
no hubiera sido posible resistir los 106 días de la huelga de Laforsa, puesto
que ese proceso no solo ayudó a organizar la CC.OO. de la empresa, sino que fue
determinante la organización de un fuerte colectivo de comunistas del PSUC.
Fui concejal de Cornellà en
la primera legislatura democrática y Secretario de la Unión Local de CC.OO. de Cornellà.
En la actualidad me encuentro jubilado y colaboro en la Unión Local de CC.OO.
de Hospitalet.