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La Década de los 70

¡Bajad del coche inmediatamente!-. Tres guardias civiles con sus fusiles semiautomáticos "naranjeros" apuntaban a unos jóvenes que iban saliendo de un coche 127 verde. La escena se producía una fría noche del mes de diciembre de 1970, en el Pasaje Busquets del barrio Almeda de Cornellà. La calle estaba llena de octavillas, el barrio estaba lleno de octavillas contra la pena de muerte. En Burgos se celebraba un Consejo de Guerra contra miembros de ETA (que en aquella época representaban una cosa muy distinta a la que representan hoy día). Los fiscales militares pedían la pena de muerte para ellos. En Almeda, como en muchos otros puntos del país, había personas a los que les horrorizaba la idea de que se pudiera matar a sangre fría.

Los jóvenes permanecieron detenidos por espacio de una hora, de espaldas a la pared del bar Cristóbal, viendo cómo se encendían y se apagaban unas lucecitas de colores del árbol de Navidad junto a la iglesia de Sant Jaume. Estos jóvenes habían decidido quemar el árbol dos días después como protesta contra la pena de muerte y contra la dictadura de Franco, mientras tanto pensaban que les podían condenar a 6 años de cárcel por un delito de propaganda ilegal. Se podía oír un tableteo de dientes, debido al frío, al miedo o a las dos cosas juntas. Finalmente los guardias civiles decidieron soltar a los jóvenes creyendo la absurda coartada que éstos les contaron, y sobre todo por las buenas referencias de ellos, que el propietario del bar Cristóbal, les dio a los guardias.

La noticia de la detención causó revuelo en el barrio. Aunque los jóvenes siempre defendieron su inocencia, muchas de las personas mayores que participaban en las actividades del Centro Social Almeda no les creyeron, pensaban que eran comunistas y abandonaron su participación en la Junta y en cualquier tipo de actividad del CSA. Desde la Iglesia de Sant Jaume, que siempre había dado soporte moral y legal (a través de Caritas) al CSA, se criticó las supuestas actividades de los jóvenes y su conducta, la iglesia se desligó también del CSA y a partir de ese momento mantuvo una posición contraria a sus actividades.

El cisma

"Con esta máquina no ha sido". Dos hombres, del equipo fundador del CSA, descendían unos días más tarde las escaleras del Centro, después de comprobar la escritura de la máquina de escribir del CSA y la letra impresa en las octavillas, pensaban que se había utilizado la ciclostil con la que se editaba Carrilet. A pesar de ello, el cisma se había consumado. Hubo una separación generacional definitiva.

Los jóvenes se quedaron solos frente a la gestión del Centro y tuvieron que afrontar todas las obligaciones que ello suponía: desde el pago de la hipoteca que pesaba sobre la construcción del edificio, la gestión de la entidad y las continuas zancadillas que desde el Ayuntamiento y el Gobierno Civil se ponían a cualquier actividad que allí se realizaba.
El abandono de las personas con ideas más conservadoras o prudentes permitió a los que se quedaron profundizar más en sus ideales. Toda la energía se dedicaba a actuar y analizar la realidad que vivían.

El aire de libertad que se respiraba en el interior de las paredes del CSA, atrajo a otros jóvenes progres de Cornellà que colaboraron en dinamizar la actividad cultural. Se organizaron conferencias y charlas sobre temas tabú que abrían los ojos a los asistentes, se trataban asuntos (aunque parezca broma, entonces casi prohibidos) sobre: las consecuencias de las drogas, sexualidad y anticonceptivos, política, la vida en pareja (recordad que el divorcio no era legal entonces), la vida en comunidad, movimiento obrero y sindical, etc..
El Centro necesitaba dinero para subsistir y eso obligaba a realizar actividades, no se podía estar parado, se inicio una actividad frenética: fiestas, festivales, excursiones, ciclos de conferencias, obras de teatro, campañas de inscripción de socios, revista El Carrilet, actividades infantiles, etc..

El barrio de "Las Barracas"

El barrio reunía todas las características negativas que se le podía pedir. "Es el barrí deis clots i de la mala llum” cantaba Ramón Muntaner una canción protesta, que compuso pensando en Almeda.
El barrio Almeda era una amalgama de zona agrícola, industrial y residencial y había una gran carencia de servicios. La proximidad a las zonas de fábricas permitía que se respiraran los conflictos obreros, y también se respiraba el aire contaminado y se padecía el ruido de las fábricas. Los baches y charcos formaban parte del paisaje, era un barrio olvidado por el ayuntamiento franquista de entonces.

La población de Almeda estaba compuesta en gran medida por inmigrantes, desheredados, gentes sin recursos que venían a Catalunya desde toda España, procedentes de zonas rurales. Intentaban ganarse un puesto en la industria y en la construcción necesitada de mano de obra barata. Detrás de la emigración de cada familia había una historia, recuerdo un caso que la familia hizo el viaje desde un pueblo de Andalucía hasta Cornellà andando porque no tenían dinero para pagar el pasaje.

Cambiar el sistema

Entre las personas que colaboraban en el CSA, en aquella época, existía una idea común "Cambiar el sistema político, social y cultural de España" y ese era el elemento motor de la actividad y de unidad, "cultura obrera o cultura burguesa era el dilema". Se pedían unas relaciones más libres, sindicatos para la defensa de los intereses de los trabajadores, ayuntamientos democráticos elegidos por la población, libertad de prensa, libertad de expresión, excarcelación de todos los presos políticos, libertad de reunión. Recordemos que la reunión de vecinos «no estaba permitida sin autorización de la policía, que las letras de los festivales de música debían ser autorizadas por el Gobierno Civil y tachaban estrofas o prohibían canciones, lo mismo sucedía con las obras de teatro, o con las publicaciones de la revista Carrilet.

La reconciliación: el río, una carretera y un parque

Tres acontecimientos reconciliaron al CSA con el resto del barrio: Plan Parcial Almeda, que significaba la eliminación de 80 viviendas del barrio, destrucción de Bell-lloc-Pozzali (Can Mercader) al pretender construir viviendas en el parque, y las inundaciones de 1971, además de las posteriores campañas por la canalización del Llobregat. La actitud combativa, inteligente y de visión estratégica de los jóvenes del CSA sorprendió positivamente a la mayor parte de los vecinos. Muchos de ellos por interés personal, al sentirse directamente afectados y otros porque creían justas las posturas, participaron en asambleas, manifestaciones y comisiones de vecinos.

Tratar los problemas concretos del barrio facilitó la reconciliación, aunque todos eran conscientes que la intención fundamental de los jóvenes que lideraban el CSA era política. Muchos vecinos no aprobaban los "pelos largos", la confraternización chicos-chicas, y otros progresismos de la época que hoy nos hacen reír por elementales.
La explosión de conflictos obreros y la solidaridad con los trabajadores (Elsa, Laforsa, Seat, etc.) también colaboraron en la reconciliación. Muchas familias del barrio tenían miembros o paisanos trabajando en esas fábricas, y conocieron la dureza de la represión en carne propia.

Los valores

El contacto con personas que combinaban calidad humana y combatividad además de poseer una enorme inteligencia, y estar siempre al servicio de los trabajadores, despertó entre todos nosotros un sentimiento de solidaridad, firmeza en la defensa de las ideas, honestidad y tolerancia que yo no he vuelto a vivir en el resto de mi vida.
Personas como Alfonso Carlos Comín o Juan García-Nieto, por citar dos personas que ya nos han abandonado, son una muestra de ello. Pero hay muchas otras que viven y quizás son totalmente anónimas que nos enseñaron estos valores tan sencillos y a la vez tan difíciles de encontrar. La conciencia de clase o la conciencia de barrio fue una de las ideas que más costó entender y que quizá más rápidamente se ha olvidado. La fuerza de la clase trabajadora reside en buscar una salida colectiva a los problemas comunes, aceptar y estar orgullosos de pertenecer a una clase social o residir en un barrio obrero. El desmoronamiento de nuestro proyecto: Cambiar el Sistema, demostró que más difícil que entender el concepto de conciencia de clase es cumplirlo y se produjo una fuga individual en busca de una vida mejor.

En Almeda, en esa época, sin ser casi ninguno de nosotros creyentes (la verdad es que nos declarábamos ateos o agnósticos), supimos compaginar el rechazo a la iglesia oficial, al lado del régimen, hostil a nuestras posturas, con la aceptación de algunos miembros de Cristianos para el Socialismo entre nuestros líderes. La defensa del idioma catalán, siendo muchos de nosotros castellano-parlantes, fue uno de nuestros objetivos. La primera pintada en catalán que se decidió fue "Canalització", en una pared del barrio Centro-Riera el año 1972, en aquellos momentos el uso de la lengua catalana era minoritario en Cornellà. No se planteó ninguna discusión significativa por cuestiones de idioma, creencia religiosa, clase social o procedencia. Nuestros análisis situaban los ejes del debate en la diferencia de clases sociales, no existía ningún debate entre nosotros motivado por el lugar de nacimiento, idioma o nacionalidad. Actualmente esos ejes han cambiado y en Europa las diferencias nacionales, sin distinción de clases sociales, protagonizan el debate y la actividad.
La tolerancia, sin abandonar la creencia en los ideales, y la solidaridad presidieron aquellos años 70.

Luis Campo Vidal
Almeda temps de lluita i de progrés