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Vivir y luchar en Cornellà

CAPITAL ROJA DEL BAIX LLOBREGAT

Después de la ETA, el peligro más grave que tiene España Cornellà diría a principios de los años sesenta un importante general con mando en Madrid. Al menos en su boca ponía esa estruendosa frase al entonces alcalde de esa población suburbial de la periferia de Barcelona, José María Ferrer Penedés, hoy subgobernador civil de la provincia, "Cuidado con los Obreros do Tarrasa y con la Juventud, de Cornellà", le habría dicho Tomas Garicano Goñi al ser nombrado ministro a su sucesor en e1 Gobierno Civil da Barcelona, Tomas Pelayo Ros, Años más tarde, una alta personalidad confirmaría en privado que, siendo don José García Hernández vicepresidente del primer Gobierno Arias Navarro y ministro de la Gobernación del mismo, había recorrido sin escolta y de incognito las áreas industriales de Cornellà paro, conocer personalmente aquella "zona roja"- Tal vez su coche llegara a cruzarse con el que en plena huelga genera! y en otras situaciones muy difíciles llevó a Cornellà al entonces clandestino secretario general del PSUC. Gregorio López Raimundo que acudía a orientar y escuchar a los dirigentes comunistas locales en un piso del barrio de las Gavarres o a un taller de corte y confección de un. Barrio extremo mientras la Policía y la Guardia Civil ocupaban las zonas industriales y los accesos al Ayuntamiento, a las Iglesias siempre Sospechosas de albergar reuniones" y al sindicato vertical.

Pero la conflictividad de esta ciudad, que era solo un pueblo en los años 50 no fue nunca exclusivamente obrera. Junto a las huelgas generales y a la presencia casi pública de las clandestinas Comisionas Obreras, a través de las Uniones de Técnicos y Trabajadores de la CNS, encabezando una experiencia elogiada por Marcelino Camacho desde Carabanchel, Cornellà vivió días de intensas movilizaciones populares desde 1971, cuando los vecinos exigieron en una lucha que ha durado años, la canalización del río Llobregat, periódicamente desbordado sobre los barrios de cota baja de la población, pero que el 20 de septiembre da 1971, superando sus propios records, entro en 1.232 viviendas y dejó a 10.000 trabajadores en paro momentáneo.

De 11.000 a 100.000 habitantes

Con 2.000 habitantes a principios de siglo y 11.000 en 1950, Cornellà, como el resto de ciudades del cinturón industrial de Barcelona, -L'Hospialet, Santa Coloma, Sant Adrià, Sant Boi. El Prat, etcétera-, ha vivido uno espectacular explosión demográfica. Hasta 1960, es decir, en diez años, dobló su población, que «a la mitad del siglo era de 11.000 habitantes. En los cinco años siguientes volvía doblar los 22. 000 habitantes de 1960; en 1970 rebasaba los 80.000 y en el momento de celebrarse las elecciones municipales roza los 100.000.

La previsión es un concepto desconocido para esta población. El Plan Comarcal de Barcelona y otras municipios aprobada por Ley en 1963 preveía pera este población industrial y dormitorio a un tiempo que alcanzarla los 60.000 habitantes en el año 2000, cifra que superó con treinta y tras años de adelanto sobre el horario previsto. La industrialización -200 matrículas en 1039 y 2.000 en. 1968- se hizo sin apenas planificación previa alguna, con lo que se llegó a una situación en que casi todas las empresas, aunque algunas ocupan a más de 500 trabajadores, eran ilegales hacia 1970, cuando ceso un alcalde que se mantuvo dieciocho años en el cargo; el alcalde Rius, que resultó casi peor que todas las riadas que sufrió la población en (1947,48, 62 y 7I).

Más densidad que en Manhattan

Todas las leyes generales del capitalismo se cumplen en este suburbio catalán y casi todas las leyes de las Cortes franquistas dejaron su huella imborrable, especialmente las relativas a la vivienda. La reproducción de la fuerza da trabajo al mínimo coste, tan mínimo que ni siquiera se realizaron durante años infraestructuras que debían asegurar la seguridad física de los trabajadores -como as el caso del Llobregat sin canalizar-, se cumple sin matiz alguno. La separación de residencia y empleo —el ocio va poco más allá de algunas peñas flamencas un patronato cultural en la zona catalana y escasas instalaciones, deportivas— se cumple también como eficaz instrumento de '"control social", al observar que un 60 por 100 de la población se traslada diariamente para trabajar a Barcelona o poblaciones colindantes (L'Hospitalet, Espluges, Sant Joan Despi, Sant Boi) La vivienda como vía de sobreexplotación de clase obrera que añadir a la del proceso productivo cumple también cualquier nivel exigido. Y así sucesivamente, pero no ha habido Ley urbanística de las Cortes del franquismo que no haya dejado su huella en Cornellà, especialmente la que promulgaba el Plan de Urgencia Social para la Vivienda, en 1957, que está en el origen de la edificación del barrio de San. Ildefonso también denominado oficialmente con el despectivo sobrenombre de "Ciudad satélite". Con casi 60.000 habitantes de difícil censo y sobre una superficie inferior al kilómetro cuadrado –el término municipal de Cornellà no Lega a seiscientas hectáreas—, San Ildefonso tiene una densidad de 94.545 habitantes por kilómetro cuadrado. o lo que es lo mismo, para qua el lector no crea que se trata de un error de imprenta, que si Londres dispone de 290 metros cuadrados por habitante, Madrid 260 y el barrio neoyorquino de Manhattan solo 34, en San Ildefonso se dispone de poco más da 10 metros cuadrados por habitante.

Por el impacto de la construcción de este gigantesco barrio a manos de una inmobiliaria que presidia el actual presidente de la Cámara de Comercio Industria y Navegación de Barcelona, Josep María Figueras Bassols, con las 10.000 viviendas Escrituradas una a una en la notarla del entonces alcalde de Barcelona, don José María de Porcioles y Colomer en 1965 había en Cornellà 11.000 niños sin escuela. El mercado llego" en 1970, diez años después de que el barrio comenzara a construirse, el metro con quince años de retraso, las piscinas y zonas deportivas prometidas por Construcciones Españolas en el proyecto es posible que no lleguen jamás, y la única Casa de Cultura desapareció después con, el crecimiento de la espiral conflictiva, al ser ocupadla permanentemente por un destacamento de la Policía Armada. Entre tanto, un bar que tenía su sede social la peña Fosforito, una Asociación de Ferroviarios que agrupaba a buena parte de los 600 empleados da Renfe vecinos del barrio y una entidad denominada Casino de San Ildefonso, que disponía de una habitación de ocho metros, cuadrados -conviene repetir que eran ocho y no más los metros cuadrados fueron hasta dos o tres años los únicos centros asociativos existentes. Una nube da profesores y urbanistas desde Franco Farraroti a Manuel Castell pasando por Henri Lefebvre, se asomaron por allí en años pasados a comprobar con sus ojos que había recibido una explicación objetiva sobre las verdaderas condiciones de vida del barrio.

Después se autorizó finalmente la Asociación de Vecinos; antes se había abierto por fin el apeadero de Renfe que ni los propios vecinos ferroviarios lograron imponer durante años: los grupos escolares han ido ocupando los escasos solares todavía libres en dura competencia con las constructoras especializadas en retales y permutas; la construcción de un pabellón polideportivo con sala de actos para 200 personas ha permitido una débil expresión cultural en combinación con una biblioteca subvencionada por una Caja de Ahorros, un par dé cines -los más grandes de España de capacidad con una inamovible programación subcultural; los tenderetes del PSUC y del PTC para la fiesta mayor del barrio, donde actúa el grupo de poesía popular Miguel Hernández; una larga fila da ancianos al sol sacados de cualquier pueblo de Andalucía o Extremadura e indigestados ante tanto cemento; Otra fila de jóvenes sin trabajo que trafican alguna droga blanda; algunos locales de futbolines a los que a veces acuden señores con coche llegados de Barcelona para invitar a algunos adolescentes a dar un paseo, y, una vez per año, el Teatro Chino de Manolita Che forman parte de una fotografía barrosa de la vida en las calles. La vida en las calles ya se sabe; unas horas para reproducir literalmente la fuerza del trabajo, y el resto, a ver la televisión.

El Gobierno ayudó con un cuartel de Policía

El alcalde de Cornellà, Ferrer el hoy subgobernador, quiso poner remedio a tan deprimente cuadro y elaboro un Plan de Urgencias para Cornellà y su comarca ya en 1972. La educación era bien sencilla: la difícil situación urbanística y social sumada a la concienciación de la población favorecida por el movimiento obrero y ciudadano, daba cama, inevitable el resultado final: "conflicto". Se trataba da invertir unos centenares de millones canalizando el Llobregat, además de prolongar el Metro, construir algunos grupos escolares y 200 viviendas sociales, invertir en sanidad pública, en cultura y deporte, y la conflictividad de la temible capital del Baix Llobregat se vería reducida.

Para presentar su proyecto ante el entonces Vicepresidente del Gobierno, almirante Carrero Blanco, viajo el alcalde a Madrid, acompañado del Gobernador, Pelayo Ros, y del delegado de Sindicatos, entonces José María Socías Humbert. Pero la lógica del sistema político vigente aplastó el proyecto municipal. El almirante a la vista de los resultados debió tomar la ecuación que al final daba como resultado una alta conflictividad, y debió estimar que salía más a cuenta resolver el problema de la conciencia ciudadana que la difícil problemática urbanística y social, por lo que dispuso la creación de un cuartel da la Policía Armada en Cornellà, en los locales da la Casa de Cultura da San Ildefonso, que ara donde se celebraban reuniones y conferencias, sobre los problemas del barrio. Y así termino al Plan de Urgencia.

Un alcalde socialista o comunista

Pero las urgencias siguen su píe. Y también la esperanza que ha dado en estos años luchas y victorias importantes hasta el punto de que es posible un insólito circuito turístico a la población señalando una conquista popular detrás de cada mejora, desde las barreras de le calle San Jerónimo, en el barrio Riera, a los semáforos de Fatjó, desde el parque público de Can Mercader a la canalización del Llobregat.

Las ealecciones municipales van a concluir en este caso no sólo cuarenta años de despotismo municipal y de anarquía constructora, sino que van a significar también en Cornellà un relevo de clase social en el gobierno de un Ayuntamiento cargado de deudas y problemas, como los 4.000 parados de la población, El 37 por 100 de los socialistas el 1-M más el 34 por 100 da los comunistas, dará un alcalde de izquierda. A base de huelgas generales que jamás escaparon a las marca de sus dirigentes -Ramos, Navales, Cerdans, Cano, Luque, etc. -, a base de un amplio movimiento asociativo y democrático conectado con la Asamblea de Catalunya a través da otros dirigentes como Frederic Prieto y Francisco Ruiz y de un admirable trabajo de concienciación en favor de la cultura catalana, la recuperación del Estatuto y la solidaridad con Andalucía y otros pueblos de España, meticulosamente articulados por los profesores y vecinos de Cornellà Ignasi Riera y Juan N. García-Nieto, esta ciudad suburbial ya parió un diputado- el 15-J y el 1-M, el dirigente del metal trabajador da Siemens Juan Ramos Camarero, y tendrá; ahora un alcalde socialista, o Comunista.

Al movimiento sindical del Baix Llobregat que combatió la Policía franquista de día y de noche -y sobre todo de madrugada— lo combate ahora la provocación, terrorista. EL pasado sábado día 24 una potente bomba hizo explosión causando enormes daños en el local comarcal de Comisiones Obreras. El GRAPO parece que se atribuye la paternidad del atentado, Tal vez sea ésa la respuesta al paro con que los trabajadores de la comarca reaccionaron tras el asesinato en plena campaña por las legislativas del 1 de marzo, de un guardia civil en Esplugas de Llobregat.

M. Campo Vidal

Fotos; Pitu Fernández.
Triunfo marzo de 1979.