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DESBORDAMIENTO DEL RIO LLOBREGAT

Oleguer Bellavista

Durante la noche del 20 de septiembre de 1971 se inundaron más de 1.500 viviendas en Cornellà. En nuestro barrio todos los bajos y muchos comercios e industrias. Se inundó todo el barrio Riera y la parte baja del centro de la ciudad. Aquí solamente haré referencia a la inundación del barrio Almeda.

1. - Los hechos 

Aquella noche del 20 de septiembre quedará grabada por siempre en muchas personas del barrio como una noche de pánico y de destrucción.

De hecho, falta un sistema de alarma, ni que fuera para teléfono, para poner en guardia de que el río se está desbordando, porque en realidad, a las cinco de la tarde ya el Llobregat provocó una pequeña inundación en la población de Martorell y a las ocho de la tarde empezaba la inundación del barrio Riera de Cornellà. Los vecinos de Almeda llamamos para teléfono al Ayuntamiento de Cornellà a las ocho y media de la noche, y se ve que ya había desorientación en el mismo Ayuntamiento, porque nos dijeron que el río iba muy crecido; pero no nos precisaron nada más.

Como cada vez que el río viene demasiado lleno, la mayoría de las personas que viven en las plantas bajas de Almeda, aquel día, a las ocho y media de la noche, empezamos a proteger las puertas de las casas haciendo paredes de ladrillos, de 70 o 80 centímetros de altura. Teniendo en cuenta que la inundación del año 1962 llegó a unos 60 o 70 centímetros, y sentimos decir que era de las más grandes que había habido en nuestro barrio, todos estábamos convencidos de que altura de las paredes protectoras sería más que suficiente.

A las nueve de la noche empezó a salir agua por las alcantarillas, y a inundar la calle San Fernando y León XIII. A las nueve y cuarto de la noche llegaron por varios lugares las aguas sucias del Llobregat con una fuerza nunca imaginada. En diez minutos el agua llegaba a 120 centímetros, y poco después, en algunos lugares, la altura era de dos metros. Se calcula que el agua corría a 80 kilómetros por hora, ya que lo arrasaba todo. Los coches que el agua arrastraba pasaban tan deprisa que pronto se perdían de vista. Cedieron muchas paredes que hacían de valla. Una casa se derrumbó y otras quedaron en estado de ruina. El pánico fue la nota dominante entre las personas del barrio. Los de los bajos, como pudieron, los niños en pijama porque ya estaban en la cama, se refugiaron a los pisos vecinos, excepto unas 20 personas que quedaron sobre los tejados sin nada para abrigarse, tras haberse mojado.

El agua lo arrastró todo. Las familias que vivían en las plantas bajas lo perdieron todo, se quedaron solamente con la ropa que llevaban puesta. El agua hacía grandes olas y un ruido espantoso, además de los coches, bidones y otras cosas que rebotan contra las paredes. Para comprender la fuerza que tenia el agua, somos testigos de que una barca del Ejército, con unos cuantos soldados y un hombre que quería ir a su casa, al llegar al centro de nuestro barrio volcó, los soldados se pudieron agarrar en algunas casas, pero aquel hombre fue arrastrado hasta Bellvitge, y allí unas personas lo salvaron, pero tenía una herida profunda en una rodilla.

Varias personas que vivían en plantas bajas fueron rescatadas por sus vecinos, pero con grandes dificultades. Una de ellas, la señora Amanda, el rescate de la cual fue muy difícil, el miércoles, día 22, tuvo un infarto de miocardio, y como costó dos horas localizar una ambulancia, camino del hospital murió. No hubo otros victimas. Pero si el río, en vez de venir a las nueve y media de la noche, llega a venir a medianoche, habría habido muchos muertos.

Un matrimonio de edad avanzada se refugió en una higuera que tenían en su jardín. Estaban tan asustados que con lágrimas se despedían de sus vecinos del otro lado de la calle, porque creían que morirían ahogados. Unos vecinos, con peligro de la propia vida, se lanzaron al agua y con la ayuda de unas cuerdas los rescataron.

El martes, día 21, muchas personas estaban aturdidas. La constatación de la magnitud de la catástrofe nos había dejado en un estado de impotencia y de desánimo, insuperables en aquellos primeros momentos. Las terribles horas de angustia, de incertidumbre y de sufrimiento nos produjeron una impresión tan fuerte que se manifestaba en nuestros rostros. Ese mismo día, por la tarde, un centenar de vecinos del barrio viendo que faltaba todo tipo de asistencia acudieron al Ayuntamiento para exigir asistencia médica y comida. Aquella misma noche, cuando ya anochecía, empezó otra vez a llover fuerte. La reacción de espanto de muchas personas del barrio fue tal que muchos fueron a dormir en casa de amigos y conocidos en otros lugares de la parte alta de Cornellà o de Hospitalet.

Yo, solo, esa misma noche, estaba sacando agua y barro de una dependencia parroquial a la luz de una vela, porque aún no se había arreglado la luz eléctrica del barrio, cuando de repente aparecieron las sombras de dos personas.

Cuando nos pudimos ver las caras, resultó que eran el delegado diocesano de Caritas y su ayudante. Acababan de constatar el estado catastrófico y deplorable en que se encuentra el barrio. Me dijeron que les había costado mucho llegar hasta allí, porque no habían encontrado a nadie por las calles, oscuras y desiertas, pero sí mucho barro y de cosas desechas y abandonadas. Tuvieron que dejar el coche en la entrada del barrio. Ellos iban con los pies enfangados. Yo estaba embarrado hasta y cuello. Me preguntaron qué necesitaban los damnificádos. Yo les respondí que lo necesitaban todo. Pero que en aquellos momentos no podía precisar nada, porque durante ese primer día sólo había podido hablar con unas pocas familias afectadas, ya que muchas estaban fuera del barrio, y yo mismo me encontraba desorientado y sin saber qué hacer.

Este primer día, cuando una familia entraba en su casa y lo encontraba todo tan destrozado y sucio no sabía qué hacer ni por dónde empezar. Durante casi una semana el barro, cada vez más espeso y maloliente, era la realidad que siempre se encontraba en todas las calles y casas del barrio. Parecía que se multiplicaba. Cuando ya lo habían sacado de una habitación, descubrían todavía quedaba en los lugares más impensables.

El miércoles, día 22, las calles estaban intransitables porque ya casi todo el mundo había reaccionado y había sacado en plena calle los muebles, ropa y utensilios domésticos que habían quedado destrozados y por tanto inservibles debido a la inundación. La mayoría de las calles tenía un aspecto deprimente.

Ese mismo día, como el barro ya comenzaba a hacer un olor muy fuerte y desagradable, y algunas cosas y animales muertos empezaban a pudrirse y a fermentar, un grupo de vecinos de los barrios Almeda y Riera se concentraron por la tarde ante el Ayuntamiento. Eran unos quinientos. Intentaron hablar con el alcalde. Los empleados del Ayuntamiento tenían miedo a aquella multitud enfurecida. Finalmente, después de esperar un buen rato y de insistir, el Alcalde accedió a recibir una comisión. Le pidieron muchas cosas, lo mas urgente, que vinieran tractores-pala a sacar las montañas de porquería, muebles destrozados y barro que había por las calles de estos barrios.

Los peligros de infección eran muy grandes, por eso urgía la instalación de un dispensario para vacunar todas las personas contra el tifus y el cólera. El Ayuntamiento lo puso de una manera provisional a los locales del Centro Social Almeda.

2. - Causas del desbordamiento del río 

a) La primera y la más importante es no haber canalizado el río Llobregat como ya estaba proyectado desde hacía años, y tal como había prometido el ministro de Información y Turismo en una rueda de prensa el día 1 de octubre de 1962 , poco después de las inundaciones del Vallés y del Baix Llobregat, que causaron al Valles cerca de un millar de muertos. El ministro citado, tras un consejo de ministros extraordinario celebrado en el palacio de Pedralbes, declaró: «El Ministerio de Obras Públicas va a emprender de inmediato las obras de canalización de los ríos Llobregat y Besos, el primero desde Martorell y el segundo desde Montmeló ». Desde entonces ha llovido mucho, se han hecho muchas gestiones, los vecinos de Almeda han pasado muchas noches en vela y con miedo, pero la canalización del Llobregat aún no se ha comenzado. En nuestro país la administración central, en algunos aspectos, funciona con una lentitud extraordinaria. Además de papeles y más papeles que se exigen, da la impresión, y creo que bien fundamentada, que los hombres que llevan la administración no han estado nunca en contacto directo con el pueblo sencillo, no saben qué es un suburbio obrero sin los servicios mínimos, y no se pueden imaginar lo que supone el desbordamiento de un rio, con la inundación de barrios enteros. La canalización proyectada del río costará muchos millones de pesetas, pero yo creo que en dos o tres riadas aún se pierden mas.

Estamos en septiembre de 1975. Ya ha comenzado la época de las lluvias abundantes, después de un verano de los más calurosos de este siglo. El centro de Cornellà, especialmente la calle Rubio i Ors ya ha tenido una inundación, con muchas pérdidas, debido a que las nuevas alcantarillas no han sido suficientes para tragar toda el agua caída. Esta insuficiencia ya la denunciaron los vecinos de la misma calle durante los veintitantos meses que han durado las obras de construcción de las nuevas alcantarillas.

El alcalde de Cornellà ha hecho unas declaraciones a la prensa (véase «Tele / exprés» del 3 de septiembre del año 1975), en el que, entre otras cosas, dice: "La burocracia es la culpable de que no se hayan comenzado las obras de encauzamiento del río Llobregat. Para poder hacerla más ágil se necesitarían unas nuevas leyes. Sólo puedo decir que desde el año 1970 en que tomé posesión de mi cargo, las gestiones por nuestra parte no han parado nunca: primero porque se aprobara el Plan de la desviación del río, luego porque se pusiera a información pública y pasar a la subasta de las obras. Ahora falta pagar las indemnizaciones a los afectados por las expropiaciones ».

b) Otra causa importante de las terribles inundaciones de 1971 es la construcción de la autopista de Martorell que ha supuesto un estrechamiento del margen natural del río Llobregat. Los ingenieros que la proyectaron y construyeron no previeron que la autopista haría de muro de contención de las aguas del río y provocaría, al desbordarse, una inundación mucho mayor en la ciudad de Cornellà. Antes de la construcción de la autopista, cuando el río se desbordaba, en primer lugar inundaba una gran extensión de huertas que extienden desde Molins de Rei hasta Cornellà, esto, evidentemente, disminuye la fuerza de las aguas . Esto se podía evitar construyendo la autopista sobre pilares de cemento armado y no sobre un muro de tierra bastante elevado.

c) También entre las causas cabe citar el hecho de que en algunos lugares del curso del Llobregat y de ríos y rieras que afluyen hay puentes que tienen sus pilares demasiado juntos unos con otros. Al bajar el río con demasiada agua lleno de árboles maderas y otras cosas, estos puentes hacen de muro de contención y cuando se revientan aumentan considerablemente en cuestión de minutos el caudal del río. Esto también pasó en esta ocasión.

d) Otra causa-como ya he dicho antes-es la falta absoluta de un sistema de alarma, que podría avisar horas antes de la posibilidad de desbordamiento del río Esto, aunque no evita la inundación, podría facilitar el salvamento de personas y cosas. Supongo que una vez canalizado el río esto ya no será necesario.

3. - Consecuencias

La situación de las familias afectadas ya ha sido brevemente expuesta en las páginas anteriores. Se construyeron 200 viviendas para las familias que se habían quedado sin. Su construcción y habilitación tardó tres años, a pesar de ser una obra de urgencia. Habría que hacer notar pero no tengo suficientes elementos para hacerlo los grandes perjuicios que la riada ocasionó grandes y pequeñas empresas, y a muchas tiendas, algunas de las cuales se vieron obligadas a cerrar. La solidaridad de otros barrios y personas tardó un poco en llegar, pero finalmente se dejó sentir de diversas maneras: ayudas en metálico que canalizaron el Ayuntamiento y las dos parroquias afectadas; ayudas personales, que aunque no podían solucionar los problemas graves, en aquellos días de angustia y de sufrimiento se agradece mucho y eran un testigo que no nos encontrábamos del todo solos como en algunos momentos nos parecía.

También la Unión de Técnicos y Trabajadores del Sindicato del Metal de Cornellà envió una carta al ministro de Relaciones sindicales, señor García Ramal, pocos días después de las inundaciones, donde, entre otras cosas y de los problemas urgentes del momento, se decía: «La política urbanística de Cornellà no ha tenido demasiado en cuenta los intereses de la población, sino el favoritismo de unos pocos privilegiados. Esto ha provocado una falta de soluciones a los problemas básicos de la infraestructura urbana, y consecuentemente ha agravado el carácter de las últimas inundaciones. La situación ha empeorado al retrasarse la llegada de ayudas tras la riada. Por eso se pide al ministro una investigación sobre la incapacidad, a ciertos niveles, de dar soluciones y coordinar las ayudas recibidas. Finalmente, se pedía el pavimentado de las calles, la construcción de una red de colectores con capacidad de absorber el agua en caso de lluvia, y la canalización del río Llobregat, problema planteado desde hace muchos años y del que no se ha hecho nada para encontrar una solución eficaz y definitiva. »

Tampoco tengo suficientes elementos para valorar en todos los extremos la tarea del Ayuntamiento, que en algunas cosas fue positiva. Además de canalizar las ayudas oficiales, buscar viviendas provisionales, etc; hay que hacer notar aquí que el Ayuntamiento instalo unas grandes cocinas provisionales, en los patios de una empresa, para dar de comer a todas las personas del barrio -unas 3.000 entonces -, donde todos los vecinos podían recoger la comida (desayuno, almuerzo y cena) que consistía en unos alimentos abundantes, calientes, y de buena calidad. Estaban subvencionáis totalmente por el Ayuntamiento y preparados por soldados del ejército, que fueron para nosotros entonces un ejemplo de espíritu de servicio, de cordialidad y de alegría. Esto duró más de 10 días, y cuando los soldados se despidieron, porque ya habían terminado su tarea, la gente del barrio les hizo una cordial despedida de agradecimiento.

Para terminar, me complace citar, porque corresponde a la verdad, las palabras del corresponsal del «Diario de Barcelona» publicadas el 7 de septiembre de 1975: «Las inundaciones de 1971 sirvieron para potenciar un movimiento popular organizado y estructurado, y cuando se manifestaron los vecinos, se realizó la limpieza de las calles. Las reclamaciones más importantes tendrían lugar, con todo, el mes de mayo de 1972, cuando se produjo una nueva alarma del rio que despertó la conciencia de la frágil situación en que se encontraba la ciudad de Cornellà

«En septiembre del mismo año, grandes manifestaciones por las calles de la ciudad, apoyo de los comerciantes y de los trabajadores de Cornellà a esta lucha ... para arrancar promesas "un cierto ensanchamiento del lecho del río y un terraplén de tierra. Ahora la intranquilidad persiste, porque las obras de canalización del río todavía no han comenzado ...» (Ignasi Riera)

Durante estos años la prensa de Barcelona ha dedicado muchas páginas a la problemática de Cornellà especialmente en lo referente a la canalización del río pero la voz del pueblo, de la cual se han hecho eco los periódicos, queda ahogada por la burocracia, porque se carece de medios de diálogo y de participación democrática en la gestión de la cosa pública.

Oleguer Bellavista 

EVOLUCIÒ D’UN BARRI OBRER: ALMEDA - CORNELLÀ - marzo de 1977