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Inundaciones y conflicto social

Revista CAU (Construcción Arquitectura Urbanismo)

Las catastróficas inundaciones que en septiembre del 71 asolaron varias comarcas catalanas, han dejado Las una huella difícilmente eliminable en las poblaciones afectadas. Las enormes pérdidas registradas en viviendas, campos e Industrias: los Innumerables destrozos causados en edificios públicos, vías de comunicación, redes de alcantarillado, etc; constituyen el balance real, trágico, que escapa a cualquier valoración inmediata por más pesimista que esta sea. Serán precisos varios años para recobrar la normalidad absoluta.

Necesariamente, la mayor parte de afectados —familias obreras de los barrios menos protegidos— trabajan desde entonces todavía más horas en la fábrica para rehacer su hogar o para trasladarse a otra zona menos peligrosa.

Pero las últimas inundaciones, por un cúmulo de circunstancias que intentaremos ahora determinar y comprobar, han causado además otro tipo de efectos. Nos referimos al desbordamiento del inmovilismo social de muchos vecinos que se han constituido en protagonistas de unos conflictos que por primera vez han hecho su aparición en estas condiciones; conflictos que han contado con el apoyo de oran cantidad de personas que seguramente nunca hablan tenido una experiencia similar y quo todavía creían —al menos muchos de ellos— en manos fantasmas o en gamberrismos juveniles cuando les llegaban noticias de cualquier situación conflictiva.

Es interesante —creemos— investigar este hecho y tratar de especificar les motivaciones que han influido en todo ello.

Por otra parte nadie duda que el participar en cualquier conflicto aunque sea movido solamente por la necesidad de alcanzar un presupuesto reivindicativo, puede significar la entrada en un proceso de concienciación que a la larga conduzca al desmoronamiento o cuanto menos al deterioro de lodo un sistema de concepciones admitidas como válidas i de verdades inamovibles —al menos en un principio—.

Vamos a referirnos también en nuestro trabajo al inicio de este proceso concienciador y al grado en que se encuentra.

Nueve años para evitar una nueva catástrofe

En 1962 todo el país quedó consternado por la tragedia de Cataluña centrada en el Valles. En aquella ocasión no se registraron casos de indignación popular, de protesta generalizada. Todavía se admitió el hecho como algo insólito acaecido por primera vez —al menos con aquella virulencia— y por tanto extraordinario en complicidad con la noche, fueron las explicaciones que en todo momento so propagaron y que fueron admitidas prácticamente de una forma general.

Junto a todo esto se registró una respuesta inmediata del Gobierno a todos los niveles, respuesta que, aparte de las ayudas e indemnizaciones de los primeros momentos que llegaron junto a la declaración de zona catastrófica quedó concretada en unas firmes promesas, emitidas desde los más altos órganos del país, de que aquello no Iba a suceder más.

Recordemos en este sentido la celebración de un Consejo de Ministros extraordinario en Pedralbes a los pocos días de la tragedia. Allí se manifestó que el Ministerio de Obras Públicas acometerla inmediatamente obras de canalización de los ríos Llobregat y Besos, el primero desde Martorell y el segundo desde Montmeló. El 16 de octubre del 62 se publicó en el Boletín Oficial del Es lado un decreto ley que resumido venía a decir lo siguiente: Se declara do reconocida urgencia y en consecuencia so exceptúan las solemnidades de subasta y concurso para las obras siguientes y en general, las de urbanización cualquiera que fuera su importe: Proyectos aprobados o que se aprueben de encauzamiento del rio Besos, desde Montmeló al mar y del rio Llobregat, desde Martorell hasta el mar, a los acondicionamientos de los cauces de las Ramblas do Tarrasa, de las rieras de Las Arenas y de Rubí y del rio Ripoll.

La tragedia se centró en el Valles pero no afectó sólo a Terrassa, Rubi y demás poblaciones de la otra vertiente del Tibidabo. En el Baix Llobregat. Martorell, Sant Fellu, Molins de Rei, Sant Joan Despi, Cornellà, El Prat y algunas poblaciones más recibieron la desagradable visita del rio, aunque sus efectos no fueron tan devastadores y trágicos como en Rubí, por ejemplo, donde las aguas arrastraron en pocos minutos a más de quinientas personas. El Besos se desbordó también y, más al norte, Gerona sufrió una importante inundación.

Bastantes do las obras previstas comenzaron a realizarse y en algunas de ellas, en su ejecución, no dejaron de existir cosas raras. Ahí está la desviación do la riera de Las Arenas en Terrassa para ganar unos terrenos, que luego en el año 71 seria la causa de inundación del barrio de los italianos y del destrozo de trescientos muros de protección.

Pero el Llobregat y Gerona quedaron descolgados casi totalmente de esas realizaciones tan necesarias. En el caso del Llobregat la canalización no so comenzó, ni se ha comenzado —entro otros motivos de menor importancia por los fuertes intereses económicos en juego que apoyan trazados distintos del cauco definitivo del Llobregat, o los que nos hemos referido desde estas mismas páginas en un número anterior. Gerona sufrirla en 1970 lo que se llamó la riada del siglo. También se dejaron oír, antes y después, voces del mismo tono en Gerona. Ahora podemos afirmar que las inundaciones han pasado a la historia. Gerona no conocerá más el fantasma do las inundaciones.

La historia, la trágica historia de las inundaciones, desmentiría en el 70 y 71 en Gerona y en el mismo Baix Llobregat, las promesas anteriores.

El escenario concreto: Cornellà

Durante la tarde y la noche del veinte de septiembre de 1971 volvieron a registrarse fortísimas inundaciones en las comarcas catalanas resultando afectadas veinticinco poblaciones. Las protestas populares aparecieron en Cornellà y de una forma más apaciguada en Terrassa y Gerona.

CorneIlà sufrió mayores daños que el total de las otras veinticuatro localidades afectadas. El caudal de tres mil cien metros cúbicos de agua por segundo del Llobregat no pudo extenderse esta vez, como lo hizo en el 62, por la llanura del delta hacia Molins de Rei y Sant Feliu porque lo impido el terraplén de la autopista. Las aguas, canalizadas de esta forma, irrumpieron brutalmente en Cornellà después de desbordarse tangencialmente a los enrevesados meandros que el rio forma frente a Sant Boi sobre un cauce estrechado en los unimos años a base de vertidos incontrolados e irresponsables de basuras.

Las aguas, que circulaban a ochenta kilómetros por hora, llegaron a alcanzar hasta dos metros y medio en algunos puntos de la población y entraron en 1.232 viviendas destrozándolo lodo en pocos momentos, afortunadamente sin causar víctimas gracias a que la riada sorprendió a los vecinos antes de acostarse. Trescientas setenta empresas y diez mil trabajadores quedaron en paro. Los pocos servicios públicos existentes quedaron inservibles: las pérdidas se calcularon en los primeros momentos en unos siete mil millones de pesetas. Las calles quedaron llenas de barro, muebles, comida de las tiendas, granos de algunos almacenes, medicamentos de las farmacias, bidones de combustible y los más diversos productos procedentes de las fábricas de la zona; dos mil animales domésticos —todavía quedan algunas granjas— aparte de las ratas, en número incalculable, quedaron por los barrios afectados El olor se hacía insoportable.

La inundación se produjo el lunes sobre las nueve de la noche. El martes a las doce del mediodía, unos vecinos de Almeda —uno de los barrios afectados— convocan una asamblea en la calle. Se decide ir al Ayuntamiento a solicitar ayuda ya que hasta el momento no ha aparecido ningún funcionario por el barrio. Setenta personas se concentran en la puerta del Ayuntamiento mientras y una comisión es recibida por el primer teniente de alcalde. Después de una tensa entrevista y unas gestiones por teléfono se concede la instalación de una cocina de campana para el barrio y se promete el envió de técnicos para revisar las estructuras de las viviendas.

El miércoles por la mañana visitan Cornellà los ministros de la Gobernación. Relaciones Sindicales, Obras Públicas y Trabajo. Comienza a apretar el calor y con ello se plantea un gravísimo problema sanitario al permanecer las calles todavía en el mismo estado.

Por la tarde grupos do vecinos se dirigen al Ayuntamiento a solicitar ayuda, en primer lugar limpieza. La Guardia Civil contiene pero en ningún momento disuelvo a los manifestantes entre los quo se encuentran muchas mujeres y niños. El grupo llega a hacerse de quinientas personas y permanece sentado frente al Ayuntamiento gritando (que salga el alcalde) El barrio está infectado limpieza para el barrio. A la concentración continúan llegando cada voz más persones afectadas. Después de una hora de forcejeos, el alcalde baja a la calle y promete que al día siguiente, jueves, el Ejército acudiría a limpiar. Los vecinos se retiran en manifestación y durante otra hora recorren los barrios afectados.

Al día siguiente por la mañana comienza a ser limpiado el barrio Almeda solamente. Los vecinos de Riera —otro barrio afectado— vuelven a manifestarse y se registra un incidente con la Policía Armada. Algunas calles del barrio Centro que participó muy minoritariamente en las manifestaciones no fueron limpiadas hasta quince días después.

Comentarios recogidos entre las personas afectadas después de las manifestaciones y la marcha de la limpieza de las calles.


—Encima de los problemas que tiene el Ayuntamiento, nada más faltaba que le creen más.
—Desde luego está visto que el que no llora no mama.
—Eso os lo quo se hubiese tenido que hacer desde un principio.
—Aquí si no armas follón, nada.
—Los de Almeda siempre arman follón.
—En Almeda lo que hay son muchos huevos.
—Un día de no limpiar pasa, pero con la peste que hacia...

¿Qué circunstancias llevaron hasta el conflicto?

La situación de los vecinos era desesperada: el haberlo perdido todo sin poder hacer nada por evitarlo; el no recibir un aviso previo del peligro (tres horas antes de que Cornellà se inundase, el Ejército con lanchas desalojaba un barrio en Marlorell); el no recibir una ayuda rápida y eficaz por parte de las autoridades tras la retirada de las aguas; las condiciones sanitarias agravándose por momentos...

La existencia de un punto de referencia fúe decisiva. En el año 62 Cornellà ya fue inundado en parte aunque los daños queden ahora minimizados tras la última catástrofe; pero en el recuerdo do las gentes quedaba la imagen de nueve años y también las promesas de que aquello no iba a suceder más. Ahora sucedía de nuevo y con mayores proporciones. ¿Qué había pasado entretanto? ¿Dónde han ido a parar los millones que dieron para arreglar el rio? era el comentario elocuente de los vecinos.

Se contaba con la experiencia próxima de una movilización popular. Tres meses antes en el barrio de Almeda se habla producido un conflicto al marchar silenciosamente unas doscientas personas sobre el Ayuntamiento acompañando a una comisión representativa que iba a entrevistarse con el alcalde y presentar un escrito de protesta con firmas al Plan Parcial previsto para el barrio que proyectaba la demolición de ochenta viviendas de trabajadores, para el paso de una carretera; mientras existían terrenos apropiados para ello a poca distancia de la zona afectada. Hasta aquel momento se habían realizado numerosísimas visitas y gestiones para detener el Plan sin que eso fuera posible. Coincidió la respuesta popular con el hallazgo de una media solución, aunque más tarde volvería a resurgir el problema.

La experiencia no pasó desapercibida para los vecinos del barrio que tres meses más tarde, al producirse las inundaciones, abandonaron otra vez la simple gestión para pedir la ayuda necesaria.

Existieron asimismo algunos catalizadores más de menor importancia

El semi-silencio de los medios informativos, principalmente de la radio y la televisión sobre la catástrofe, resultó indignante para gran parle de la población. Los familiares residentes en otras zonas iban enterándose muy lentamente de lo sucedido y a través de los retrasos en su llegada para ayudar a limpiar las viviendas se conocía la poca difusión que se daba a la situación. Al cabo de unos días los candidatos a procuradores en Cortes Samaranch, Torras Trias y Tarragona regaron algunas calles todavía enfangadas, con propaganda electoral. En algunos de los pasquines se leía cómo la coalición Samaranch, Torras, Trias destinaba los fondos de su campaña para los damnificados. El oportunismo político fue mal recibido por la población; luego se registraría un bajísimo índice de votantes mientras que en las anteriores elecciones Cornellà había sido una de las poblaciones con mayor participación en las elecciones (70 % del censo de votación).

La decisión de dar una respuesta

La decisión de los afectados de manifestarse la consideraremos tomada en dos etapas: salir de su casa la primera y marchar hacia el Ayuntamiento la segunda. No existió ningún tipo de propaganda para que los vecinos salieran de sus casas. Fue el río quien sacó la gente a la calle. Luego, para tomar la decisión de participar en la protesta, entrarían en juego el resto de elementos que ya hemos detallado: la situación desesperada después de haberlo perdido todo, la indignación que reinaba en el ambiente y que se basaba enormemente sobre el punto de referencia del año 62 y que crecía a medida que no se recibían ayudas y empeoraba la situación sanitaria. Por último no hay que despreciar la existencia en la mente de muchos vecinos del conflicto del Plan Parcial Almeda y sus conclusiones sobre la eficacia —todavía hay quien insiste en que fue nueva coincidencia— de la protesta colectiva.

¿Hasta qué punto el conflicto social que se desarrolló en Cornellà en esos días significó para los vecinos una nueva confirmación de esa eficacia a la que nos hemos referido? Es difícil de determinar, pero lo cierto es que posteriormente se desarrollaron nuevas protestas en demanda de la canalización del Llobregat que se mantuvieron durante el año 72 a partir de una nueva alarma de desbordamiento que se produjo el pasado 3 de mayo cuando la Policía Municipal despertó al vecindario a las cinco de la mañana avisando de un posible desbordamiento que afortunadamente no llegó a producirse.

En esta lucha por la canalización mantenida durante el año 72—distinta de las manifestaciones inmediatas a las inundaciones del 71— llegaron a participar casi dos mil vecinos y contaron con el apoyo de un centenar de comercios —la cifra osciló según las ocasiones— que cerraban sus puertas una hora antes de las manifestaciones en señal de solidaridad (Europa Press: 31 mayo, 17 junio, 8 julio y 21 septiembre del 72).

A partir de esos conflictos de barrio, inundaciones en septiembre del 71 y canalización durante la segunda mitad del 72. ¿Se ha ido apreciando una elevación de la conciencia social del vecindario?

Esta es la hipótesis que intentaremos comprobar. Los indicadores que tomamos para confirmar esa elevación son, por una parte, un hecho objetivo como es el incremento del número de participantes en las protestas y por otra la realización de varias encuestas en profundidad sobre una muestra reducida pero representativa de vecinos de los tres barrios afectados. Puede apreciarse a través de estos sondeos sin excesivas dificultades que se ha producido entre los vecinos de los barrios Riera, Almeda y Centro, una clarificación notable y bastante mayoritaria del concepto conflicto social y sus motivaciones que se ejemplifican utilizando las movilizaciones por la canalización del Llobregat.

CONFLICTO INUNDACIONES

Comienzo: Riada del 20 de septiembre - 71
Fecha Objetivo Participación

21-9-71 Pedir comida     80    personas    (Sólo barrio Almeda)
22-9-71 Limpieza          500         "
23-9-71 Limpieza          100         "           (Sólo barrio Riera)

CONFLICTO CANALIZACIÓN
Comienzo: alarma del 3 de mayo – 72.
Fecha Objetivo Participación



30-5-72 Canalización—500 personas en silencio frente al Ayuntamiento durante una hora. Una Comisión de Vecinos entrega al Alcalde una carta de protesta por las inundaciones, exigiendo la canalización. 3.000 firmas. —16 comercio cerrados. — No intervino la fuerza pública, aunque estuvo presenté.

16-6-72 Canalización— 800 personas sentadas frente al Ayuntamiento. Una Comisión de Vecinos se entrevista con el Alcalde para recoger la respuesta a la carta— 30 comercios cerrados— No intervino la fuerza pública.

7-7-72 Canalización—1.500 personas se manifiestan durante media hora en la Plaza del Ayuntamiento y la Rambla Clavé. — 90 comercios cerrados. — No intervino la fuerza pública.

20-9-72 Aniversario de la Canalización —Se calcula en más de dos mil personas en la calle, pero no llegaron a juntarse. La Policía Armada cargó contra grupos de vecinos. Luego se produjeron cuatro pequeñas manifestaciones distintas —Más de 100 comercios cerrados.

El segundo indicador utilizado para la confirmación de la hipótesis, la encuesta intensiva, debiera completarse —somos conscientes de ello— con una encuesta extensiva a realizar sobre una muestra mayor. Ante la imposibilidad de impulsar un trabajo de estas características sugerimos que la observación de nuevos acontecimientos—si llegaran a producirse— y la reacción de la población ante otros hechos, como pueden ser las próximas elecciones para procuradores en Cortes o concejales de ayuntamiento, y en general, otros puntos de Importancia política o de fricción ciudadana, pueden ser nuevos elementos a considerar para la comprobación empírica de la existencia de una conciencia social entre la población y que ahora presentamos como una afirmación necesariamente subjetiva.

MANUEL J. CAMPO