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Evolución política en Cornellà


1936-1985


Cornellà de Llobregat fue un municipio más que sufrió la dictadura del general Francisco Franco (1936-1975), que tras la Guerra Civil Española (1936-1939) se impuso en todo el Estado español. A la muerte del general Franco el 20 de noviembre de 1975, se desarrolló en el Estado un proceso de transición política (1975-1982) en que se promulgó la Constitución de 1978, se estableció un sistema de monarquía constitucional y llegar al poder el PSOE, uno de los partidos de la oposición al franquismo. En Cataluña, las reivindicaciones de autogobierno llevaron al restablecimiento de la Generalitat, a la elaboración de un estatuto de autonomía ya la celebración de las primeras elecciones autonómicas (1980). En este contexto, la política de Cornellà de Llobregat desde 1960 la dividiremos en dos períodos: el período franquista y de transición democrática (1960/79), el período del gobierno del PSUC (1979-1985).

El periodo franquista y la transición democrática

El alcalde del ayuntamiento franquista de Cornellà de Llobregat de 1951 a 1969 fue Josep Rius Carreras, jefe local de la "Falange" y industrial jabonero. La política de este gobierno fue acrítica al régimen, no tuvo ninguna idea importante y favorecía a los poderosos. Los concejales de este ayuntamiento ostentaban el título más bien como cargo honorífico y quienes realmente gobernaban eran una serie de altos funcionarios. Además, a raíz de la mala gestión de estos dieciocho años, el primer Ayuntamiento democrático se encontró con una situación de desarrollo industrial desordenado, con zonas industriales sin urbanizar, mal comunicadas y con altos niveles de contaminación; de especulación inmobiliaria, sobre todo a las construcciones de bloques de viviendas de San Ildefonso, la Encarnación y Lindavista, y de falta de equipamientos y de servicios.

A raíz de la promulgación de la "Ley Orgánica del Estado" en 1967, de una cierta liberalización económica y de la necesidad de mejorar la relación con las entidades locales que se habían ido consolidando, la situación cambió un poco con el entrada de algunos concejales con más iniciativa, como Constancio Pérez, que inició una oposición desde el ayuntamiento secundada por pocos concejales más y que no llegó a tener mucho éxito.
El nuevo alcalde que en 1969 sustituyó Rius y se mantuvo a la alcaldía hasta el 1978 fue Josep Maria Ferrer y Penedès, un abogado. El relieve se debió a una operación del Gobierno Civil de Barcelona para poner al frente de algunos ayuntamientos personas más capaces y formadas y que pusieran orden a la difícil situación de tensiones sociales de entonces. El alcalde Ferrer intentó gestionar la ciudad más eficazmente, introduciendo al ayuntamiento personas con más capacidad y voluntad de trabajo, aunque continuó favoreciendo los intereses de los poderosos, sobre todo, inmobiliarios.

En su intento de mejora de la gestión de la administración local, sin embargo, no generó una administración económica equilibrada ni transparente y no renovó algunos directivos ineficientes. Algunos intereses inmobiliarios que favoreció fueron la construcción de bloques de pisos donde estaban las masías de Can Pi y Cal Bizco, la construcción del primer ambulatorio de Cornellà sin pagar los terrenos, la construcción de bloques de pisos en torno al Sindicato Vertical (actualmente CCOO) sobrepasando los límites urbanizables.
 Aun así, consiguió un "Plan de urgencia para la comarca de Cornellà" en 1972 que debería facilitar las inversiones del gobierno estatal en la ciudad y sus alrededores; facilitó la llegada del Metro en Cornellà de Llobregat, impulsar el soterramiento del Ferrocarril y transfirió la finca de Can Mercader en el ayuntamiento, después de un intento de explotación inmobiliaria. Pero, muchas de sus realizaciones fueron fruto de las presiones populares.

En 1978, en plena transición democrática, Ferrer fue nombrado vicegobernador civil de Barcelona y fue nombrado alcalde Joan Seijo Viñas, un comerciante de talante democrático y cristiano y con poca autonomía política. Muchos de los concejales se fueron y los que se quedaron fue para velar por sus intereses.

Mientras que a nivel estatal, con la transición democrática, el príncipe Juan Carlos de Borbón había sido nombrado rey de España y jefe del Estado, había habido un primer gobierno inmovilista encabezado por Arias Navarro (1975-1976), se había aprobado por referéndum la "Ley de reforma política" en 1976, el gobierno reformista de Adolfo Suárez (1976-1982) había convocado elecciones generales en 1977, en que ganó la Unión de Centro Democrático (UCD) con Suárez a la cabeza; s había aprobado por referéndum una nueva Constitución en 1978 y en marzo de 1979 había habido elecciones legislativas en las que triunfó de nuevo la UCD, no fue hasta abril de 1979 cuando se convocaron en todo el Estado español las primeras elecciones municipales democráticas. Pero, durante los tres años que las elecciones municipales democráticas tardaron en llegar en Cornellà de Llobregat, el ayuntamiento siguió igual: alcaldes elegidos sin el voto de la ciudadanía y propios concejales, funcionarios y legislación. Pero, en Cornellà de Llobregat se había creado la Asamblea Democrática de Cornellà, un órgano adherido a la Asamblea de Cataluña, que representaba globalmente la oposición antifranquista y presionaba a favor de un cambio democrático.

El periodo del gobierno del PSUC

Las primeras elecciones municipales democráticas convocadas en Cornellà de Llobregat el 3 de abril de 1979 tuvieron una participación del 64'01% y tuvieron unos resultados favorables en el PSUC, que obtuvo el 46'31% de los votos. A pesar de estos resultados favorables en el PSUC, el PSC había triunfado en las dos anteriores elecciones: en las elecciones generales de 1977 los resultados de los votos emitidos desde Cornellà de Llobregat fueron favorables al PSC, que obtuvo el 41'65% de los votos frente al 32'67% de los votos que obtuvo el PSUC; y en las elecciones legislativas de marzo de 1979 los resultados de los votos emitidos desde Cornellà de Llobregat también fueron favorables al PSC, que obtuvo el 37'93% de los votos frente del 34'14% de los votos que obtuvo el PSUC.


Con el triunfo del PSUC, un partido de implantación social considerable que propugnaba la penetración en las organizaciones de masas, su popular líder en Cornellà de Llobregat, Frederic Prieto y Caballé, fue elegido primer alcalde democrático de la ciudad. A pesar de la mayoría absoluta de concejales del PSUC en el Ayuntamiento, el PSUC inició un acuerdo con el PSC y Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), a fin de articular un proyecto común que permitiera un gobierno más coordinado. Sin embargo, los problemas del nuevo Ayuntamiento democrático fueron muchos: una deuda de unos 500 millones de pesetas, frente a unos ingresos anuales de unos 425 millones, que habían ido acumulando los sucesivos Ayuntamientos franquistas; la precaria urbanización, la canalización, la falta de servicios, la poca dinamización, la falta de iniciativa económica ... Además, se añadió la dificultad que hasta 1985 no se aprobó una ley que regulaba el funcionamiento y las competencias de los ayuntamientos y hasta 1988 no se aprobó una ley que regulaba la financiación de los ayuntamientos.


Sin embargo, el nuevo Ayuntamiento democrático llevó a cabo un proceso de lenta recuperación de la ciudad a todos los órdenes: se empezó a racionalizar la expansión urbanística, se empezaron a hacer llegar los servicios y equipamientos en toda la ciudad, se impulsaron infraestructuras pluviales y de saneamiento, se empezaron a rehabilitar los barrios, se mejoraron las comunicaciones interiores y exteriores de la ciudad, como la inauguración del Metro hasta el centro de Cornellà de Llobregat, y la nueva administración clarificó y mejorar la documentación de las cuentas, los padrones fiscales y la gestión de cobros del Ayuntamiento.
En 1981, el PSUC sufrió una escisión entre eurocomunistas-más revisionistas con la política comunista de la URSS- y prosoviéticos-defensores de la política comunista de la URSS-, los últimos de los cuales abandonaron el partido y en formaron otro, el Partido de los Comunistas de Cataluña (PCC). A raíz de esta escisión, como ya se preveía por los votos emitidos desde Cornellà de Llobregat en las elecciones legislativas de 1982, a las segundas elecciones municipales democráticas de Cornellà de Llobregat de 1983, el PSUC tuvo una pérdida de votos y el PSC ser el partido más votado. Pero, a pesar del 42'55% de los votos que obtuvo el PSC frente al 39'50% de los votos que obtuvo el PSUC, los dos partidos habían obtenido once concejales, mientras que Convergència i Unió (CiU), el partido evolucionado del CDC y UDC; Alianza Popular (AP) y el PCC habían obtenido cada uno un concejal. CiU y AP, las derechas, votaron por el PSUC, mientras que el PCC votó por el PSC, lo que hizo que finalmente, el PSUC, en minoría, cogiera la alcaldía y Prieto volviera a ser alcalde. En el nuevo mandante se fue culminando gestiones del anterior, el Ayuntamiento se acogió a la "Ley de Medidas Urgentes de Saneamiento y Regulación de las Haciendas Locales", mediante la cual el Ayuntamiento recibía un crédito sin intereses de casi siete millones de pesetas con el fin de saldar la deuda que tenía desde la época franquista; se creó empleo, se mejoraron las inversiones públicas y privadas y se inició un plan de participación con las entidades de los barrios
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En 1984, sin embargo, tras la dura oposición del PSC a su política, de dos disidencias dentro del PSUC del Ayuntamiento, del descubrimiento de acuerdos ocultos entre éstos y el PSC y de la reclamación de compensaciones por parte de CiU y AP por los respectivos votos a favor en el desempate en la elección de alcalde, Prieto decidió pactar con el PSC. Prieto y el líder del PSC, José Montilla Aguilera, acordaron repartirse la legislatura y de esta manera, Prieto continuó siendo alcalde un año más y Montilla fue alcalde de 1985 a 1987.