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LA LUCHA POR CAN MERCADER 

Como se evito, que esta zona verde de Cornellà, fuese destruida por la expeculación inmobiliaria de los Ayuntamientos franquístas de la época.

Breve Historia de los Condes de Bell-Lloc: 

DE LOS MERCADER A LOS CONDES DE BELL-LLOC

 Los Mercader, familia de patricios barceloneses que en su tiempo dieron apoyo a la causa del archiduque Carlos de Austria, y los Bell-lloc, nobles y militares que habían logrado un gran protagonismo durante la edad media,
El origen de la mayoría de las fincas aristocráticas del Baix Llobregat es rural y suele perderse en la Edad Media. Can Mercader no es una excepción: la masía se conocía con el nombre de Oriol del Empedrado. Comprado en 1748 por la familia Sadurní, que quería explotar las 48 hectáreas de campos que le acompañaban, pasó a formar parte del patrimonio de los Mercader en 1764, cuando Felipe Mercader se casó con María Sadurní. Un descendente se instaló definitivamente y en 1814 hizo los primeros jardines.

En 1824 Ramón Mercader se casó, con María Mercedes de Bell-lloc. fundieron sus dos linajes en la persona de Joaquim Mercader y Bell-lloc, conde de Bell-lloc.

Joaquín Mercader y Bell-lloch (1824-1904), heredó el título de Conde de Bell-lloc a la muerte de su padre en 1871, fue quien, a partir del 1865, construyó el palacio y el parque que han llegado hasta nuestros días.

Joaquín Mercader y Bell-lloch, fue él quien demolió la antigua masía conocida como can Martí de l’Empedrat, y en su lugar construyó entre 1864 y 1866 este notable palacio, rodeado de jardines, actualmente. El edificio noble, junto con la vecina Casa de los Masovers, la Torre de la Miranda, el jardín romántico y el parque, conforman el conjunto urbanístico más destacable del término de Cornellà. Desde 1976 es propiedad del Ayuntamiento y funciona actualmente como Museo.

A su muerte fue heredado por el hijo Arnau de Mercader Zufía, quien murió en 1931 sin descendencia y instituyendo heredera universal a su viuda Paulina Pozzali Crots.

En 1949 la condesa dona la finca de Can Mercader al Ayuntamiento de Cornellà,, para que se cree una fundación que la destine a un fin de interés colectivo. Tras la muerte de la condesa viuda (1953), lo que quedaba del patrimonio pasó a engrosar la Fundación Belloch-Pozzali, controlada por el arzobispado de Barcelona, mientras que el título condal y archivo fueron heredados por su sobrino Pedro de Mercader y Piqué, cuyos descendientes han ofrecido el archivo familiar en venta en la Generalitat de Catalunya.

En la finca, quedó mosén Alberto Bonet, que, además de ser canónigo de la catedral de Barcelona, era el confesor de la condesa. Bonet murió en 1974, y dejó explicitado que la propiedad fuera vendida a buen precio en el Ayuntamiento de Cornellà ese mismo año.